Ramón Pajares Manresa, que falleció en la madrugada del pasado viernes, víctima de un infarto, tuvo una despedida multitudinaria y muy emotiva en Callosa de Segura, su patria chica y en la que desarrolló toda su actividad empresarial a lo largo de cincuenta años.
Los actos fúnebres, celebrados el sábado, convocaron a más de un millar de personas, trabajadores de Panter y Rombul Ronets, proveedores y clientes y muchos convecinos que quisieron dar el último adiós a quien tanto había hecho por el pueblo.
Todos, amigos de un hombre que desbordaba generosidad y cuya labor fue reconocida a lo largo de su vida con diferentes galardones y reconocimientos, entre los que él apreciaba por encima de todos el “I Premio Txema Elorza a los valores humanos y profesionales en el sector de ferretería y bricolaje” que se le concedió en 2007.
Por la capilla ardiente pasaron cientos de personas, muchos de los cuales dejaron su agradecimiento y su recuerdo a Ramón Pajares en el libro de firmas.
El féretro, fue transportado a hombros hasta la iglesia de Callosa, donde se concelebró una misa cantada, al final de la cual, sus hijos Rocío y Ramón y dos representantes de sus trabajadores y amigos trazaron emotivas semblanzas de quien, sobre todos sus defectos y virtudes, fue un hombre, en el sentido machadiano, bueno.